El consorcio de periodistas ICIJ era una sigla que
muy pocos conocían. Pero el domingo alumbró al
mundo un volumen notable de cuentas no declaradas y de sociedades offshore en
paraísos fiscales del planeta, a partir de invalorables archivos, ahora nada
secretos de un renombrado estudio panameño.
Como en la recién premiada Spotlight, la pesquisa
periodística ha tirado del hilo hasta llegar a una cifra grandilocuente que le
amargó el domingo a decenas de miles de pudientes del planeta.
Son los que
acudieron a Mossack Fonseca como una garantía de sigilo libre de impuestos.
Pero es tiempo de infidelidades copiadas a pendrive de varios gigas. Cuesta creer que el destape no provenga de la
filtración de un desleal del staff del bufete. Tal como ocurrió con el empleado
del Deutsche Bank en el caso de la manipulación de los precios de los metales,
o en el caso de las famosas cuentas offshore del HSBC.
En cualquier lugar del mundo, la ingeniería para
poner dinero a salvo de los fiscos voraces está más que extendida. De tal forma
que pueden acceder a ella empresarios, políticos y gente del show business que
no necesariamente habita en las grandes metrópolis.
El sólo titular de “vea aquí el listado completo”
hoy dispararía la curiosidad de cualquier lector. Y también las pulsaciones de quienes
confiaron en asesores jurídicos y contables de que sus ahorros bien o mal
habidos estaban a prueba de fiscalizaciones.
Y del escarnio en la prensa, en caso de descubrirse el fraude. Sus nombres
no aparecerían en negritas, por la condena moral de la que hablaba el famoso
jurista Kelsen.
Decenas de congresos para estudiar lal lucha contra
el lavado los malditos paraísos. Miles de formularios cada vez
sofisticados, cientos de discos duros
colapsados de información no son capaces de terminar con una ruta sofisticada
de dineros no declarados, que sin embargo van dejando rastros. Panamá papers
confirma que el centroamericano es sólo uno de los destinos. Elija el que más
le guste.
Este es un lunes negro para unos cuantos ahorristas
del mundo. Y para muchos políticos y gobernantes que hoy ensayan comentarios y
aplicaciones. Algunos, como el dimitido premiar islandés, quien hubiera
necesitado de un buen media coaching para enfrentar la mala noticia.
Se vienen tiempos, de marcada sobre actuación en la
política mundial y en diversos países e idiomas se escuchará el mensaje
“seremos inflexibles”. Con primeras planas rutilantes, como la de la familia
Messi. Quienes no son estrellas del fútbol, obviamente, enfrentarán otro
tratamiento.
Teléfonos calientes, recelos de mandar mails que
terminen en algún Wikileaks, hipertensión y adrenalina de los titulares de
cuentas y sociedades que hasta ayer estaban encriptadas. Un buen momento para
poner una fábrica de colchones.
* Por Daniel Bosque
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